domingo, 21 de noviembre de 2010

No digas nada


No digas nada. No hace falta. Ya aprendí a leer tus ojos, tus labios, tus gestos hace ya. Eres como un libro abierto para mí. Así que guarda tus palabras para los que las necesiten, para aquellos necios que deperdicien su precioso tiempo en otras cosas menos importantes. Y sólo mírame, mírame con tus dos pedazos que cielo, que quiero volver a ver qué guardas en lo más profundo de tu corazón, que quiero volver a ver en ellos tu amor por mí.
Así que no digas nada y sólo mírame, que seré yo quien te cuente cuanto te necesito.
David

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